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Marketing
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¿Reemplaza o transforma? Cuando los kioscos toman pedidos, tu equipo se convierte en anfitriones de experiencia. De “¿qué va a pedir?” a conectar con personas, crear momentos memorables y elevar el servicio.
Los kioscos no quitan empleos: los reinventan. McDonald’s y Shake Shack lo demostraron. De cajeros a “guest experience leads”, con más satisfacción, menor rotación y equipos más felices.
Hace 25 años, cuando McDonald’s instaló sus primeros kioscos, muchos creyeron que sería el fin de los empleos. Los titulares hablaban de despidos masivos y reemplazo por máquinas.
Hoy, la realidad cuenta otra historia: no se eliminaron puestos, se transformaron.
CNN Business demostró que los kioscos no redujeron el personal, sino que lo redistribuyeron. De cajeros a guest experience leads: personas dedicadas a ayudar a los clientes, resolver dudas y mejorar la experiencia general.
El clásico “¿qué va a pedir?” dio paso a una nueva pregunta: “¿cómo puedo ayudarte hoy?”.
El resultado fue sorprendente: menos estrés, más satisfacción y equipos más comprometidos.
Deloitte reporta que los restaurantes que integran correctamente kioscos mejoran en 31% la experiencia de sus empleados, con menos rotación y mayor sentido de propósito.
¿Por qué? Porque el trabajo deja de ser mecánico y se vuelve humano: conectar, observar, resolver, acompañar.
Imagina a ese antiguo cajero. Ya no está detrás del mostrador repitiendo lo mismo ocho horas seguidas. Está en el salón, saludando clientes, ayudando a usar el kiosco, entregando pedidos y creando momentos memorables.
Su rol se convierte en el corazón de la experiencia.
Otras marcas también lo entienden. Shake Shack afirma que sus kioscos son su principal canal de ventas, y que eso les permitió “elevar la experiencia humana” en el local. Yum Brands, por su parte, usa inteligencia artificial para automatizar tareas repetitivas y liberar al personal para interactuar más con los clientes.
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Los datos son claros:
La tecnología no quita humanidad, la potencia.
Cuando un restaurante usa autoservicio de forma inteligente, su equipo deja de ser “mano de obra” y se convierte en anfitrión de experiencias.
Y esa diferencia se nota: los clientes vuelven, los empleados se quedan y la marca crece.
El futuro de la operación no es “máquinas haciendo todo”, sino humanos y tecnología haciendo juntos lo que cada uno hace mejor.
Un kiosco nunca podrá leer la emoción de un cliente decepcionado ni generar una conexión genuina.
Pero puede liberar a las personas para hacerlo.
Y eso —precisamente— es lo que eleva el rol humano.
Cuando entendemos que la tecnología no llega a reemplazar, sino a liberar, todo cambia. Los kioscos no restan humanidad: la amplifican. Permiten que las personas hagan lo que mejor saben hacer —conectar, cuidar y crear experiencias memorables— mientras la tecnología se encarga del resto. Ese es el verdadero equilibrio del restaurante moderno.