Más allá de la velocidad, lo que realmente hace feliz al cliente es sentirse en control.
En la industria gastronómica, la calidad del plato ya no es suficiente. Hoy, la experiencia completa del cliente —desde cómo hace el pedido hasta cómo se siente al salir del local— es el nuevo estándar que define si volverá… o no.
Y es aquí donde los kioscos de autoservicio están marcando una gran diferencia. No solo agilizan la operación: bien implementados, mejoran significativamente la satisfacción, la percepción de marca y la fidelización.
Uno de los mayores diferenciadores del autoservicio es la personalización sin fricción. El 98 % de los pedidos realizados en kioscos se personalizan fácilmente, esto significa que el cliente puede agregar, quitar, modificar o explorar el menú a su ritmo, sin presión, sin apuro.
Esto eleva la percepción de control y mejora la experiencia general. En contraste, un mesero distraído, un error de comunicación o el apuro en la fila puede arruinar un pedido (y una opinión).
El autoservicio no solo mejora la eficiencia. Los datos muestran que los restaurantes que usan kioscos reportan entre un 15 % y 20 % más satisfacción del cliente. ¿Por qué? Porque el proceso es más claro, más directo, y más amigable con el usuario. Además, se reduce el margen de error: lo que el cliente pidió, es exactamente lo que la cocina recibe.
Aquí viene el punto clave: una experiencia digital no tiene por qué sentirse fría.
Aunque el autoservicio agiliza, el puntaje de “amistad digital” de muchos kioscos está apenas en un 66 %, lo que revela un área de mejora importante
Por eso, en Wibo nos enfocamos en diseñar interfaces cálidas, intuitivas y con mensajes claros que humanicen el proceso. También creemos en acompañar con presencia real cuando se necesite (lo que algunos llaman kiosk ambassadors): personas que ayudan, orientan y conectan sin quitarle fluidez a la experiencia.